Aun faltaban veinte minutos para que terminara el examen, levanto la vista hacia Mic, que mordía el lapicero con rabia, y se rascaba la cabeza nervioso, estaba claro que no había estudiado y ahora se arrepentía, suspiro cansado, no sabia cuantas veces le había dicho ya, que él le ayudaría a estudiar, pero de alguna manera siempre terminaba escaqueándose.
Miro de nuevo su examen, había fallado la segunda y la ultima adrede, y la quinta la había dejado sin rellenar, con esto bajaría un poco mas de la cuenta su nota, pero últimamente eran demasiado buenas, sabia que Nathan no se enfadaría con el, si suspendía, pero tampoco quería que pensara que era un bicho raro.
Mi mente divago, hasta mis cinco años, mis padres aun se llevaban bastante bien y en la casa aun se podía respirar algo de amor por algún rincón olvidado.
Mi madre acababa de encontrar un nuevo trabajo y parecía entusiasmada y llena de alegría, cogió su bolso a juego con sus zapatos y salió de casa, para ir a recoger su uniforme nuevo.
Mi hermano mayor estaba en la escuela y había dejado al pequeño Sami de camino, en la guardería, yo estaba un poco resfriado y por eso me quede en casa con papá, que en aquel momento llevaba un experimento , que lo tenia bastante atragantado, el comedor estaba ocupado por montones de papeles y todos ellos llenos de formulas fallidas. Como un buen niño de cinco años, revoloteaba sobre ellos y hacia dibujos con mis ceras de colores, X + Y = a florecitas amarillas, mira que era tonto, pero entre tantos números y cosas extrañas mi mente vio algo claramente, lo escribí con cera azul, mi color favorito y se lo entregue a mi padre, que llevaba toda la mañana sin hablarme.
Le estire de la camisa y cuando me miro un poco desorientado le sonreí.
- ¿Eh?, Robbie, me he olvidado de la comida, ahora la preparo.
- Vale, toma un regalo.
- Valla.- Rio, sonoramente.- Quieres ser como papá, haciendo formulas.- Volvió a reír mientras miraba el papel, poco a poco, aquella risa se fue apagando, cuando por fin desapareció por completo, mi padre me miro por encima de la hoja y sin decir nada cogió el teléfono, estuvo unos minutos hablando con alguien, cuando colgó, algo había cambiado en el, su manera de mirarme era diferente y ahora me causaba miedo.
- Robbie, - Comenzó acercase hacia mi.- ¿Cómo has sacado estos números?.
Lo mire con extrañeza y con toda la inocencia del mundo, que ese día perdí, le conteste.
- Pues de mi cabeza.
Mi padre me tuvo el resto del día, haciéndome formulas y estudios raros, hasta que llego Nathan, que al verme lleno de cables, papeles y lagrimas, creo que se asusto mas el que yo. El no suele hablar de ello, supongo que cree, que lo he olvidado, mi padre creo que también, pero a él no le he vuelto a ver reír, como mínimo conmigo.
Tal vez aquel día, se ha quedado grabado en mi mente como algo malo, aunque se que el ser inteligente no es nada ofensivo, que tenga que ocultar, prefiero que nadie mas que Mic lo sepa, aunque lo que mas me gustaría es que mi padre me volviera a sonreír.
- ¡Robbie¡- Se giro viendo la cara de su profesor enfadado. – si me das tu examen, la clase a terminado.
Valla el tiempo a veces iba demasiado deprisa, entrego sus respuestas y cuando salió allí estaba Mic, esperándolo con una gran sonrisa.
- No hace falta que te quedes el ultimo, tu siempre apruebas.
Que tonto era a veces.
